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27 de junio de 2017

Impacto de la demografía en la población cotizante juvenil andaluza (2006-2015)


En entradas anteriores se ha visto que la edad media de los cotizantes andaluces se ha incrementado en la medida en que la población general ha envejecido también, en gran parte a causa del descenso de la natalidad. Cuando analizamos los datos de la Muestra Continua de Vidas Laborales de los individuos más jóvenes (entre 0 y 29 años) se puede observar que sus niveles de cotización se han reducido significativamente. En la presente entrada se va a intentar aproximar qué parte ha sido generada por la crisis (motivos económicos) y que parte lo ha sido por la reducción del número de personas en dicho tramo de edad (motivos demográficos). Para ello se ha utilizado un método simple que se detalla más adelante, que puede ser de gran utilidad para tener una idea aproximada a la hora de comprender los efectos de la crisis y la demografía en ese grupo de población. En el gráfico 5.1 se puede ver como ha variado los cotizantes entre 0 y 29 años por motivos demográficos y económicos durante el periodo comprendido entre 2006 y 2015. A destacar que mientras la población andaluza se redujo en 290.000 personas (-19,8%) en dicho tramo de edad, los cotizantes se redujeron en 404.000 (-38,6%). Por tanto es lógico pensar que el aspecto demográfico ha tenido un impacto considerable en el nivel del cotizantes jóvenes.


El descenso de población juvenil cotizante se ha producido tanto para mujeres como para hombres. En el caso de estos últimos, la población andaluza masculina entre 18 y 29 años se ha reducido en 156.000 personas entre 2006 y 2015, mientras que el número de cotizantes descendió en 236.800 individuos. Por su parte, la población femenina andaluza entre 18 y 29 años se redujo en 133.900 mujeres, mientras que disminuyó en 167.700 el número de cotizantes. En ambos casos, el descenso de población cotizante ha sido significativa sobre todo entre 2008 y 2012, y es a partir de 2014 cuando comienza la fase de recuperación en tanto que el incremento de cotizantes es mayor que el descenso de la población. Hay que tener en cuenta que la población perdida en dicho tramo de edad se trasvasa casi en su totalidad al siguiente tramos de edad, en concreto al comprendido entre los 30 y 44 años.


En el cuadro 5.1 se presenta los datos necesarios para calcular el impacto demográfico en la población cotizante juvenil de Andalucía. Por un lado, se expone la población en edad de trabajar entre los 18 y 29 años para poder comparar con los cotizantes existentes en dicho tramo de edad (se sobreentiende que la cantidad de personas cotizantes menores de 18 años es residual). En 2006 el 71,5% de andaluces en dicho tramo de edad estaba cotizando, mientras que en 2015 dicho porcentaje se redujo al 54,7%, lo que implica que al descenso de población juvenil hay que añadir el significativo impacto de la crisis económica en el número de cotizantes. También señalar que el mínimo de personas jóvenes cotizantes se alcanzó en 2013 (49,1%) mientras que en el último dato disponible (2015) el ratio ha sido del 54,7%, lo que supone alcanzar los niveles de 2011.


En el cuadro 5.2 se calcula el impacto demográfico en la población cotizante juvenil en Andalucía. Entre 2006 y 2015, el número de residentes andaluces entre 18 y 29 años disminuyó en 290.000 personas, mientras descendieron en 404.500 la suma de cotizantes.  De esta importante bajada, se estima que un total de 162.300 personas (40,1%) tuvo su origen en motivos demográficos (trasvase al siguiente tramo de edad, salida de la región, fallecimiento, etc.), mientras que el resto (242.300 | 59,9%) ha tenido un origen económico principalmente originado por la crisis económica. Si diferenciamos entre mujeres y hombres, en el caso de las primeras el descenso de población cotizantes juvenil por motivos demográficos ha sido de 71.500 personas (42,7%), mientras que en el caso masculino el descenso fue de 91.150 personas (38,5%). Es evidente pues que el envejecimiento de la población implica que se esté trasvasando cotizantes a tramos de edad superior, en la medida en que no se está reponiendo nuevos residentes, bien por la vía de los nacimientos o por la inmigración.


En el gráfico 6.1 se presenta la evolución del grupo de cotizantes comprendido entre los 30 y 44 años para poder tener una perspectiva más amplia del fenómeno demográfico, y como fluye los cotizantes de un grupo a otro. Se puede observar dos aspectos relevantes: el primero es que el impacto de la crisis (motivos económicos) ha sido menor en el segundo tramo de edad (de 30 a 44 años) que en tramo inferior (de 0 a 29 años), y el segundo que mientras que al principio se ganaban cotizantes por el trasvase de personas del tramo de edad inferior, a partir de 2013 comienza a descender por el trasvase del cotizantes al tramo superior (entre 45 y 64 años), volviéndose a ser evidente el fenómeno ya comentado del envejecimiento general de la población que cotiza a la Seguridad Social. 


En el gráfico 7.1 se muestra la dinámica de cotizantes en el tramos de edad previa a la jubilación (entre 45 y 65 años), con el objetivo de comparar la diferentes dinámicas en la cantidad de cotizantes debido a motivos demográficos o económicos. Como se puede ver el comportamiento es totalmente opuesto al que registra el tramo de edad más joven. El impacto de la crisis ha sido significativamente menor que en los tramos inferiores, al menos en lo que a la cotización a la Seguridad Social se refiere. Y por otro lado, el incremento de cotizantes por motivos demográficos es quizás lo más significativo del gráfico, presentando un aspecto muy interesante de estudio sobre todo por el impacto significativo que va a tener en la capacidad financiera del sistema de pensiones en el futuro.

En conclusión, la dinámica demográfica de la población andaluza ha tenido un fuerte impacto en la estructura de cotizantes en la región. En el caso de los más jóvenes (0 a 29 años) el resultado ha sido totalmente diferente al producido en el segundo grupo (30 a 44 años) y en el grupo de mayor edad (45 a 64 años). Un mayor desglose en los tramos de edad de la Muestra Continua de Vidas Laborales sería de gran interés en cuanto a la posibilidad de conocer mejor el comportamiento de la población cotizante, y su impacto en el sistema público de pensiones en el futuro. Asimismo, se confirma que tanto los factores demográficos como económicos han tenido un impacto negativo significativamente mayor en la población cotizante joven (0 a 29 años) que en otros tramos de edad. Si este tramo ha perdido 162.300 cotizantes por motivos demográficos, el tramo comprendido entre los 30 y 44 años ha ganado 27.200 cotizantes, y el de 45 a 64 años se incrementa en 252.300 el número de cotizantes. Si nos centramos en el factor económico para evaluar el impacto en la población cotizante andaluza, se observa que mientras se pierden 242.300 cotizantes en el tramo de edad comprendido entre 0 y 29 años, solo se pierden 73.711 entre los 30 y 44 años, y se incrementa en casi 50.000 cotizantes el tramo de mayor edad.

En definitiva, el fenómeno demográfico ha reducido la población cotizante juvenil, pero quizás los motivos económicos ( la crisis económica y el modelo laboral existente) sean la principal causa de preocupación, en tanto que los datos presentados lo que vienen a confirmar es el enorme problema de desempleo que existe en la región, y en concreto, la incapacidad para salir de los primeros puestos del ranking de desempleo juvenil a nivel nacional y europeo. Es evidente que el actual marco laboral aunque seguramente es mejorable, ha protegido relativamente mejor a aquellos tramos de edad más avanzada, al menos en lo que a cotizantes se refiere. Hay que tener en cuenta que cuanto mayor es la edad, mayor también es la necesidad de cotizar para generar una pensión cuando llegue la jubilación, algo que una persona joven puede posponer. Pero no hay que olvidar que las pensiones actualmente se nutren de las cotizaciones del resto de la población que está cotizando, por lo que aumentar la población ocupada más joven además de repercutir en su calidad de vida, también mejora el sostenimiento del sistema de pensiones, que como ya sabemos presentan una situación difícil en el medio y largo plazo, sobre todo si no somos capaces de incrementar el Fondo de Reserva de la Seguridad Social para posibles contingencias futuras, que seguro las habrá.