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14 de agosto de 2021

Evolución del gasto público en salud por CCAA (II).

 


Como ya se explicó en la anterior entrada, el gasto público en salud ha tenido una conducta aparentemente parecida en los países de nuestro entorno europeo. Una fase previa de crecimiento intenso que colapsó en 2008 con el comienzo de la crisis financiera y una segunda fase de estabilidad o descenso como en el caso español. En el gráfico 1.1 (a) podemos ver dicho comportamiento, aunque en el caso de nuestro país, el incremento y posterior descenso del gasto público en salud se produjo de forma más intensa que la media europea. Esto encajaría con una posible burbuja fiscal durante el periodo de crecimiento y con una posterior incapacidad financiera para mantener el esfuerzo en esa partida, debido entre otras razones al fuerte incremento del gasto en protección social causado por el desempleo y las pensiones. 


España presenta dos diferencias respecto a las principales economías de la Eurozona en el asunto tratado. La primera es que el porcentaje del PIB que gasta en salud ha sido de promedio un punto porcentual inferior a la referencia europea. La segunda que la mayoría de los países que forman la Zona Euro, han incrementado el peso de dicho gasto en su PIB en el periodo 2008-2018, tal como se puede observar en el gráfico anterior. Destacar al respecto que los países que peor registros presentan cuando se compara su situación en 2008 y 2018 son Irlanda (-2,1 puntos), Grecia (-1,1 puntos) y Portugal (-0,8 puntos), todos ellos intervenidos por la Unión Europea y que estuvieron obligados a adoptar medidas de consolidación fiscal y reformas estructurales.


Si utilizamos la referencia del gasto público total para analizar el comportamiento de las distintas funciones del mismo, podemos observar también el crecimiento y posterior reducción del peso en salud respecto al conjunto del gasto público de cada país. España mantuvo un porcentaje similar a la media de la Zona Euro, y fue durante el periodo 2010-2012 cuando se redujo en 2 puntos mientras que esta última mantuvo relativamente estable su peso. Hay que puntualizar que además de la vertiente financiera del gasto público en salud existen factores particulares que inciden en la estrategia financiera sanitaria de los distintos países. 


Donde mejor se aprecia los factores individuales que afectan al gasto público en salud es en la variable gasto per cápita en euros, entendida como el gasto nacional total en salud dividido entre población a 1 de enero. En el caso español, dicha variable se ha triplicado durante el periodo analizado (1995-2019) pero aún así presenta un desfase significativo respecto al esfuerzo realizado por nuestros principales socios europeos, algo que se agravó significativamente tras la crisis. En dicho periodo la media de la Zona Euro ha crecido en 2,5 veces situándose en  2.509 euros por habitante, mientras que España registra un gasto de 1.615 euros.


En el gráfico anterior se puede ver la comparativa del gasto per cápita en salud del conjunto de la Unión Europea. Principalmente destaca el hecho que nuestro país tenga un nivel de coste per cápita en salud bastante inferior a la media, teniendo en cuenta que dicho desfase no se manifiesta cuando se compara en términos de PIB o de gasto público total. La variable que conectaría esa singularidad sería el PIB, y la hipótesis sería que nuestro país presenta un desfase en la producción nacional total que genera su economía respecto a los países de referencia. Si esta última variable creciera por encima de nuestros socios, la brecha se cerraría permaneciendo estable el esfuerzo sobre PIB y sobre gasto total. Este fenómeno también se reproduce a nivel nacional, en tanto que hay comunidades autónomas que tienen niveles parecidos o inferiores tanto respecto a su PIB como a su gasto público, pero sin embargo registra desfases importantes en el gasto per cápita, algo que aunque se mitiga en parte con transferencias para financiar dicho gasto sanitario, está bastante correlacionado con el nivel de PIB regional.

Las cifras registradas por Eurostat y mostradas en el presente artículo recogen un periodo amplio de casi veinticinco años, en el que se nos muestra un conjunto homogéneo de datos de gran utilidad para ver la estrategia sanitaria en los distintos países a lo largo de ese periodo. Es probable que los datos del 2020 rompan con la homogeneidad comentada, en la medida en que la pandemia haya impactado de forma importante en el gasto público en salud, aunque también mostrará el esfuerzo financiero realizado por cada país para luchar contra ella. Es importante destacar que hay factores internos que influyen en la dinámica financiera futura del gasto público en salud de cada territorio, entre otros la posición en el ciclo demográfico, los recursos escasos disponibles a repartir con las políticas de protección social que genere un mercado laboral ineficiente, y sobre todo el nivel de PIB que produce una determinada economía.  

En conclusión, podemos concluir sin equivocarnos que el sistema sanitario público español presenta una relación calidad/coste excelente, algo reconocido a nivel internacional. Por motivos espurios, intereses no confesables o simplemente por incompetencia de los gestores políticos, se pone constantemente en cuestión el sistema, unos para despedazarlo en beneficio propio y otros presentando estrategias financieras inviables que no tienen en cuenta ni las restricciones financieras presentes y futuras, ni las posibles consecuencias negativas que generan, ni los plazos necesarios para conseguir los objetivos. Defender y mejorar el sistema existente no es una cuestión ideológica o política, simplemente un objetivo pragmático y útil para el bienestar general de los ciudadanos. Utilizar el gasto público sanitario como estrategia política además de generar una gran confusión y desconocimiento sobre la realidad, a veces es una fuente de promesas imposibles de cumplir y sobre todo generadora de frustraciones que tanto daño están haciendo a la convivencia y la mejora real de los servicios públicos.