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30 de noviembre de 2017

La economía catalana dentro de España (II). Comercio exterior


Cataluña sigue marcando la coyuntura informativa del país, aunque por suerte el conflicto institucional parece haber derivado hacia el ámbito político. Las elecciones previstas para el 21 de diciembre puede aclarar algo la situación, aunque por desgracia todavía hay amplios sectores de la sociedad catalana que han llegado demasiado lejos en sus aspiraciones, y probablemente no estén dispuestos a renunciar a sus objetivos. Esto sigue siendo una fuente de incertidumbre que no aclara el futuro, y retrasa claramente las decisiones de inversión, de consumo y en consecuencia de creación de empleo. La argumentación sobre el supuesto "expolio" que sufre Cataluña por parte del estado se ha construido básicamente sobre la diferencia del gasto público que realiza la administración central en la región, frente a los impuestos que recauda de ella y que hace que la balanza fiscal sea negativa. Al ser una polémica difícil de entender por los ciudadanos, el método que utiliza el bloque partidario de la independencia lo que hace es maximizar el resultado negativo que buscan, de manera que solo computan los gastos que se producen en la comunidad autónoma sin tener en cuenta los gastos generales del conjunto de estado, que curiosamente son olvidados como si esos gastos no existieran en el caso de tener un estado propio. Estos argumentos han sido contestados profundamente por parte de figuras importantes de la política no independentistas, aunque centrados únicamente en cuestionar el sistema utilizado para calcular los gastos de la balanza fiscal. Ahora bien, apenas hay referencias al origen de los recursos económicos que utilizan en sus balanzas los partidarios de la independencia, y que proviene de la recaudación de impuestos que se imputa a la comunidad catalana y que se generan en el resto del territorio nacional. Es probable que por ignorancia o por motivos inconfesables no se ha tenido en cuenta el funcionamiento de impuestos como el IVA, que se generan y se recaudan en distintos territorios. Así mientras que la venta de bienes que se realiza a Francia están exentas y por tanto las empresas catalanas no recaudan ese impuesto, en el caso del territorio nacional, el IVA que se genera por el consumo en otras regiones si lo recaudan las empresas catalanas. Por tanto, esos recursos que en el caso de una frontera fiscal deberían imputarse al territorio donde se genera el consumo y no donde se recauda -como si sucede en el caso de las exportaciones que se realizan a Francia-, termina incrementando la recaudación en Cataluña. En la entrada anterior se presentó las principales cifras del comercio interregional entre Cataluña y el resto del territorio nacional, y en este artículo se va a hacer los mismo con su comercio exterior. De la comparación de ambas estadísticas se puede extraer algunas implicaciones sobre el balance económico global público-privado de la comunidad catalana. En gran medida no coincide con el supuesto perjuicio que representa para los intereses catalanes la no independencia, como cierto sector de la sociedad quiere hacer creer, y que en gran medida coincide con aquellos ciudadanos que no dependen del mercado español para mantener sus empresas o sus empleos.



Pasemos a presentar la evolución del comercio exterior de bienes de la comunidad catalana, y en primer lugar destacar el saldo negativo que muestra la mayoría de los sectores económicos analizados. Ese déficit comercial se ha producido durante toda la serie de datos disponibles, y se ha reduciendo en el caso de la alimentación, bebidas y tabaco, las semimanufacturas y en el sector del automóvil. Por su parte, se ha ampliado en el caso de los bienes de equipo, las manufacturas de consumo y otros bienes como los productos energéticos, los cuáles representan casi el 25% de déficit de la región en 2016. Por lo demás, el comportamiento del comercio exterior ha sido similar al que ha registrado la economía nacional, destacando el pico que se produjo en la punta del ciclo económico y que llevó a un déficit comercial cercano al 10% del PIB en el caso de España y del 15% en el caso de Cataluña.


Como se puede ver en el cuadro anterior el déficit comercial de Cataluña en 2016 ha sido de 12.683 millones de euros, lo que supone el 67,6% del total nacional. La cobertura exterior de la economía catalana es casi diez puntos inferior a la española, y se puede observar en el cuadro la proporción del comercio exterior regional de cada sector respecto al peso de su economía en el conjunto español que es del 19,0%. Otro aspecto a destacar es la diferencia entre importaciones y exportaciones que es significativa en el caso del sector del automóvil y consumo duradero. Esto implica que es muy probable que una parte significativa de las exportaciones y de las importaciones, tengan como destino y como origen el resto del territorio nacional, con el impacto sobre la recaudación impositiva que ello genera y que hemos comentado anteriormente.


En cuanto al comercio exterior de Cataluña por zonas comerciales los porcentajes son muy parecidos al del conjunto nacional. El principal destino de las exportaciones es la Unión Europea y el Asia, aunque muy lejos del volumen alcanzado con nuestros socios europeos. En cuanto a las importaciones el resultado es parecido, aunque en este caso Asia presenta un peso que duplica su importancia. Como se está viendo en el caso británico, la salida de la Unión ya sea por voluntad propia o por una declaración de independencia, implicaría la negociación de un nuevo marco comercial con Europa. Si esto se presenta complicado para el Reino Unido que es la quinta economía mundial ( 2,9 billones USD - 3,9% S/PIB mundial), es de imaginar que el caso catalán sería como mínimo bastante más gravoso para Cataluña en la medida en que su economía podría ser perfectamente prescindible por su menor tamaño e importancia. Lógicamente es mucho mayor el impacto desestabilizador en el plano político que en el económico, y por eso este tema parece haber desaparecido de la campaña para la autonómicas.


Por último en esta entrada se presenta el flujo comercial exterior con aquellos países a los que destina más exportaciones, y como se puede observar son los países europeos más grandes o más próximos los que tienen mayor peso. Destaca Suiza en el peso comercial de la región catalana sobre el conjunto de España. Es significativo también el déficit que presenta el caso de Alemania que llega a los 6.830 millones de euros y que suponen casi el 85% del déficit nacional con ese país. Otro aspecto importante es que el peso de las exportaciones catalanas sobre el conjunto español es inferior prácticamente con todos los países analizados en el cuadro anterior si lo comparamos con el peso de las importaciones.


Conclusiones


En conclusión, de lo anterior se desprende que Cataluña es una región que importa más de lo que exporta, lo que ha supuesto un déficit en 2016 de 12.683 millones de euros (67,6% del total nacional), siendo esa dinámica la misma desde 1995. Su ratio de cobertura es del 83,7% frente al 93,1% del conjunto nacional, que aún sería superior si excluimos Cataluña del cálculo (96,9%). Sus principales clientes y proveedores a nivel internacional pertenecen a la Unión Europea, y los flujos comerciales de la comunidad autónoma no son especialmente importantes para las economías de nuestros socios, a tenor del porcentaje que representan para estos las exportaciones e importaciones catalanas. Por tanto, el impacto político de la independencia es muy superior al económico, en la medida que Cataluña tiene un peso reducido en la producción del conjunto de la Unión.

Por otro lado, la importancia de la actividad industrial en Cataluña es evidente en la medida en que acapara un peso importante en el comercio exterior de sectores relacionados con la industria y que además incorporan mayor valor añadido. También es evidente el flujo comercial exterior que entra por Cataluña y que termina en el resto de España, algo que se puede comprobar a través del déficit exterior que presenta la región, frente al superávit en su comercio interregional. Todo esto tiene implicaciones fiscales importantes como se ha comentado al principio de este artículo, en la medida en que la recaudación del impuesto sobre el consumo (IVA) por parte de las empresas catalanas pueden hacerla porque son operaciones interiores, mientras que estarían exentas en el caso de las exportaciones. 

En la siguiente entrada continuaremos profundizando sobre el tema del comercio interregional y exterior de la economía catalana, y como el supuesto agravio fiscal que se produce en dicha región probablemente pueda ser ampliamente reparado con la actividad económica adicional que genera su pertenencia a España. Además del empleo y el beneficio empresarial que produce el mercado español y su efecto en la recaudación del IRPF y del impuesto de sociedades, hay que destacar los impuestos recaudados por sus empresas por el hecho de considerar las ventas al resto del territorio español como operaciones interiores y no como exportaciones. El cambio del domicilio social y fiscal de multinacionales o pymes no va a cambiar significativamente la opinión de aquellos que no dependen del mercado español para sobrevivir, pero sí debería hacerles reflexionar sobre el daño que provocaría la independencia en los recursos fiscales disponibles en el medio plazo, y que sí afectará sin duda a aquellos sectores de la sociedad que hoy en día no dependen de la actividad económica privada.