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7 de febrero de 2014

Comercio al por menor de Andalucía. Diciembre 2013

Las ventas totales del sector comercial en Andalucía descendieron un -0,21% en diciembre, mientras que las ventas en grandes superficies crecieron un 0,6%. Ambos datos son mejores que el registrado en el mismo mes del año anterior, en el que se registraron descensos del -6,6% y -11,3% respectivamente en ambas magnitudes. La idea es que el deterioro de la actividad ha dejado de restar a la cifra de ventas del sector, y aunque como ya se viene comentando, no se va ha producir un repunte en el corto y medio plazo, si viene a confirmar que la actividad general de la economía ha tocado suelo. A destacar que las ventas en alimentación descendieron un -3,3%, mientras que las de no alimentación se incrementaron un 2,4% en tasa interanual, contrastando este último dato con el obtenido un año antes, en el cuál este segmento de consumo se dejó un -9,5%.  Las grandes empresas de distribución también han registrado cifras parecidas a las del comercio en general, registrando un descenso de las ventas de alimentación un -2,1%, mientras que de las no alimentación suben un 2,4%.


En el gráfico adjunto se puede ver el comportamiento registrado por el comercio al por menor a nivel nacional y regional. Durante gran parte del año pasado el comercio andaluz registró mejor comportamiento relativa respecto a la media nacional. El final de año ha registrado un cambio en cuanto que en España se ha empezado a registrar una conducta mejor que el obtenido en Andalucía. El dato de empleo por su parte ha sido negativo con un descenso del -2,7% a nivel regional. Si añadimos que los precios han acentuado su moderación, se puede comprender el nivel de estoicismo con el que el sector está viviendo la crisis. La capacidad de resistencia del comercio, sobre todo del pequeño, ha quedado patente en el ritmo de destrucción de negocios durante el último año, en gran medida intensificado por lo lejos de la normalidad crediticia en el que nos encontramos incluso para el consumo de las familias, y de la poca capacidad para diversificar las ventas ante un panorama de alto desempleo y bajo crecimiento. Esto último es el gran reto en el futuro próximo, y es que si no conseguimos crecer de forma consistente, los niveles de consumo serán mínimos hasta que no se consiga desapalacar las finanzas familiares. Ese es el gran desafío y la gran amenaza, ya que conseguirlo con todos los instrumentos de política económica y monetaria mermados, y con la actividad muy debilitada se presenta muy difícil.