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21 de abril de 2016

Evolución de la estructura productiva en Andalucía (2000-2015)

A finales de marzo el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado la Contabilidad Regional de España (CRE) de 2015, en la que el crecimiento de la economía nacional y andaluza ha sido del +3,2% durante el ejercicio pasado. Aunque en dicho periodo el comportamiento de la economía fue similar, no lo ha sido así durante los últimos cinco años. Como se puede ver en el gráfico adjunto, la economía andaluza ha tenido un crecimiento medio negativo del -0,34% durante el período 2010-2015, mientras que la economía nacional ha tenido un descenso medio del -0,17% durante el mismo período. La CRE sólo ha presentado datos de oferta por ramas de actividad, por lo que no se ha podido analizar el comportamiento de las distintas partidas de demanda como el consumo privado o la Formación Bruta de Capital entre otras. Pero aún así la CRE nos es de gran utilidad para determinar la estructura productiva que determina el comportamiento económico de las distintas regiones, y entre las que han obtenido un mejor comportamiento durante los últimos cinco año estarían la Comunidad de Madrid (+0,54%), Baleares (+0,31%) y Canarias (+0,14%). En esta entrada y con la ayuda de la CRE se va a representar la estructura productiva de la economía andaluza, entre otras razones para intentar explicar algunas características socio-económicas singulares de la región, como es el excesivo desempleo y su baja densidad industrial. 


La falta de dinamismo económico y de una estructura productiva que incremente el empleo y la rentas salariales, colocan a la comunidad andaluza en la penúltima posición en el ranking de PIB per cápita, con un desfase de 6.027 euros respecto a la media nacional, sólo por delante de Extremadura que tiene un PIB per cápita de 16.166 euros, y un desnivel de 7.124 euros. Es evidente que estos datos deberían ser suficiente para hacer reflexionar a la ciudadanía andaluza, en tanto que solo se ha conseguido reducir el diferencial de PIB y renta que nos separa del conjunto de España en la fase expansiva del ciclo económico, coincidiendo con la expansión constructora previa al estallido de la burbuja financiera e inmobiliaria. Como se verá más adelante, esta mejora fue solo aparente debido a que el boom inmobiliario fue más intenso en la región andaluza que en el conjunto nacional, por lo que una vez revertido el ciclo, el PIB per cápita se ha situado en 2015 (74,1%) al mismo nivel que había a principio de la década pasada (74,2%). Esto quiere decir que las políticas económicas realizadas por los gestores públicos regionales no han conseguido revertir el atraso productivo andaluz respecto al conjunto del país. El problema está en que si no se ha conseguido reducir ese desfase en un período expansivo como el comentado, en el que hemos recibido una gran cantidad de recursos financieros por parte de Unión Europea y del Estado para mejorar la capacidad competitiva regional, y con una fuerte ritmo de expansión del endeudamiento privado y público, se presenta muy difícil conseguir mejorar el diferencial de renta y producción de Andalucía con el resto de España y de Europa en una situación como la actual.

Como ya se ha comentado, la estructura productiva regional tiene elementos diferenciales que pueden explicar en gran medida los pobres resultados socio-económicos que presenta comparativamente con otras regiones. Uno de esos elementos es el peso que tiene el sector primario en el conjunto del Valor añadido Bruto (VAB) regional. En concreto, mientras que en España el peso sobre el total es del 2,3% en 2015, en Andalucía es del 4,8%, lo que supone una cifra de 7.022 millones de euros durante el ejercicio pasado. Si tenemos en cuenta que el mismo dato nacional es de 24.674 millones de euros, esto supondría que el 28,5% del VAB primario de España se obtendría en la región andaluza. Aunque en términos absolutos la cantidad generada por el sector no es significativa si la comparamos con las que genera otros sectores como el industrial o el comercio, hay que señalar que Andalucía es una de las que más peso tiene el sector en el conjunto del VAB local, junto a regiones como Extremadura (5,6%), Castilla-La Mancha (6,7%), Aragón (5,2%), Galicia (4,6%), La Rioja (4,9%) o Murcia (4,3%). Hay que matizar al respecto que una parte muy importante de la producción agro-pecuaria va destinada a la industria alimentaria andaluza, y por tanto este mayor peso del sector primario en Andalucía se debe a la importancia que dicha industria alimentaria tiene en la región, por lo que más que un indicio adverso, puede ser al contrario una fuente de oportunidades en tanto incrementa la seguridad alimentaria de la cadena de producción, algo muy valorado por los mercados a donde se exporta. 

La construcción es un ejemplo de sector productivo que puede generar ilusiones económicas y desequilibrios permanentes si no se gestiona adecuadamente dicha industria. En el gráfico se puede ver como el peso de ese sector sobre el VAB regional ha sido mayor antes, durante y después de la crisis provocada por la burbuja inmobiliaria. El diferencial se fue ampliando conforme avanzaba el boom, pasando del 10% del VAB (Valor Añadido Bruto) en 2000 al 12,8% en 2006, lo que supuso un incremento de 2,8 puntos porcentuales. Mientras, en el conjunto de España el mismo porcentaje pasada del 9,2% del VAB en 2000 al 10,4%, lo que generó un incremento de solo 1,2 puntos porcentuales. Sirva como dato para apuntalar esa mayor exposición regional a la construcción, que el VAB regional de este sector respecto al total del VAB constructor a nivel nacional pasó del 14,6% en 2000 al 16,8% en 2007 para posteriormente volver al 14,7% en 2015. Por tanto, ante una dinámica así, era lógico que el impacto de la crisis haya sido mayor en la comunidad andaluza que en el resto del país una vez se pinchada la burbuja. Una pregunta que hacerse es por qué esto ha sucedido así, es decir, por qué la construcción creció más rápido en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, o la Región de Murcia, regiones que por cierto tiene unos niveles de renta per cápita relativamente bajos. Es muy probable que las decisiones en materia urbanística estén detrás de este fenómeno, y por tanto, los gestores públicos locales hayan tenido una responsabilidad significativa en el boom inmobiliario que nos condujo a una mayor exposición a la crisis. Hasta aquí hemos hablado de lo sucedido, pero ¿qué es lo que está pasando actualmente?; pues que el diferencial de la construcción residencial y civil continúa siendo positivo respecto al del conjunto del estado en 0,5 puntos porcentuales, y aunque no es significativo, es llamativo cuando comunidades similares en tamaño como Cataluña o Madrid presenten diferenciales de -0,8 pp y -1,1 pp respecto a la media nacional en 2015. 
 
El menor peso de la industria manufacturera es otro de los elementos característicos del modelo productivo andaluz. El sector se ha reducido en los últimos años al igual que lo ha hecho en el resto de comunidades autónomas y de países de nuestro entorno, en gran medida por el auge industrial de China y del sudeste asiático. En el conjunto de España, el peso del sector industrial  descendió del 16,2% del VAB en 2000 hasta el 12,1% en 2015, lo que supuso una disminución de 4,1 puntos. En el caso andaluz, el VAB manufacturero descendió del 10,3% al 7,6% en el mismo periodo, lo que supone un descenso menor de 2,7 puntos. Esto ha significado que la pérdida de producción industrial manufacturera ha descendido más en el conjunto de España que en Andalucía, lo que se confirma por el mayor declive de este sector productivo en Cataluña (-6,9 pp), Comunidad Valenciana (-5,0 pp), Madrid (-5,0 pp) y País Vasco (4,4 pp). En términos absoluto, la merma de VAB ha sido de 26.152 millones de euros en los últimos quince años, de los cuáles 2.145 millones € (8,2%) correspondería a la región andaluza, mientras que Cataluña habría perdido 4.469 millones € (17,1%), Comunidad Valenciana 2.321 millones (8,9%) y País Vasco 3.619 millones € (13,8%). De los datos presentados se puede extraer dos cuestiones: la primera es que el peso del sector manufacturero sobre el VAB total de su economía es menor en la comunidad andaluza (7,6%) que en el conjunto del país (12,1%), y segundo que el peso del sector regional en el conjunto del VAB sectorial nacional (8,5%) es significativamente menor que el peso de su economía en el conjunto del país (13,4%).


El sector servicios es el que ha generado mayor proyección en el período comprendido entre 2000 y 2015, al igual que lo ha hecho la aportación al VAB de las Administraciones Públicas. El peso de los servicios regionales sobre el VAB (Comercio al por mayor y al por menor; reparación de vehículos de motor y motocicletas; transporte y almacenamiento; hostelería) ha pasado del 21,3% en 2000 al 21,6% en 2015, habiendo crecido en 12.972 millones de euros durante el período. El diferencial respecto a la media española es reducido, de sólo 0,6 puntos en 2015. En términos absolutos, se pueden identificar dos períodos diferentes, así entre 2000 y 2008 el crecimiento del Valor Añadido Bruto de los servicios en Andalucía lo hizo en 11.081 millones €, mientras que en el período comprendido entre 2008 y 2015 el crecimiento ha sido de sólo 1.890 millones €. En cuanto a la proporción del VAB de los servicios andaluces respecto al total nacional, éste ha evolucionado del 13,2% en 2000 al 13,0% en 2015. Si tenemos en cuenta que el PIB regional sobre el conjunto nacional es del 13,4% en 2015, el VAB del sector comercio tendría un peso en línea con el tamaño de la economía andaluza. Por tanto, se puede ver que el comportamiento del sector servicios ha sido diferente al de la industria y la construcción. Tras la pérdida de importancia en el VAB a mediados de la década pasada por el efecto construcción, ha vuelto a recuperar protagonismo. Sólo se han producido descensos en los años 2009 (-1,2%) y 2010 (-1,5%), coincidiendo con el menor dinamismo de la crisis, ya que si en el período 2000-2008 el sector crecía a una media del +6,1% anual, en el período 2015-2008 el crecimiento promedio ha sido del +1,4%.


Otra diferencia importante respecto al conjunto de España es el comportamiento que ha tenido el impacto de las administraciones públicas en el territorio andaluz. En el gráfico adjunto se puede observar dos aspectos importantes: por un lado el mayor peso del sector público en la economía regional andaluza que en el resto del estado, y por otro el incremento del peso de este sector en el conjunto del VAB producido en la comunidad, algo que por cierto también ha sucedido en el resto del territorio nacional. El peso del sector público en el VAB regional ha crecido desde el 18,0% en 2000 hasta el 20,5% en 2015, pasando de 15.572 millones € a 29.773 millones €, debiéndose el aumento de su importancia a la caída de la producción del sector privado y al relevo del gasto público sobre todo a partir de 2009, algo que por cierto se ha mantenido estable salvo en el período 2012-2014 en el que disminuyó en 1.340 millones €, coincidiendo con la fase más crítica de la crisis económica y financiera. Si miramos la proporción del VAB público regional respecto al del conjunto del estado, esta relación ha pasado del 16,5% en 2000 al 16,2% en 2015, con lo que durante dicho período se ha reducido en 0,3 puntos, mientras que Cataluña lo ha incrementado en 1,1 puntos, la Comunidad Valenciana en 0,5 puntos y la Comunidad de Madrid lo ha reducido en -0,1 puntos. Sirva como dato que Canarias y Andalucía son las dos regiones que más peso han perdido en el conjunto del VAB público con -0,5 puntos y -0,3 puntos respectivamente.


En conclusión, la economía andaluza presenta algunas características diferenciales que le conceden un comportamiento socio-económico diferente al de otras comunidades autónomas de igual tamaño en población. La menor renta per cápita y un mercado laboral en el que se convive con un alto desempleo incluso en períodos en los que el ciclo económico es fuertemente expansivo, hace pensar que parte de esa situación se deba a la singular estructura productiva andaluza. Esta cuestión ha sido y actualmente está siendo un elemento primordial en la revisión de estrategias económicas futuras, ya que no es algo que se pueda modificar en el corto o medio plazo, sino que requiere de unos plazos de maduración largos e inciertos. En el gráfico, se puede observa la evolución y la situación actual del peso de los distintos sectores productivos regionales respecto al valor generado. En él se presenta el porcentaje del VAB regional de cada sector respecto al VAB nacional de dicho sector, y se compara con el peso del PIB andaluz en el conjunto de España. Como se puede ver el sector primario , la construcción y las administraciones públicas tienen un peso mayor en el VAB nacional que el PIB. Por el contrario, la industria manufacturera tiene un peso en el VAB nacional inferior al de su PIB. Con ello, lo que se viene a confirmar es que Andalucía presenta una estructura productiva con poco peso relativo de la industria, justo al contrario de comunidades como Cataluña o Valencia.  


En la presentación anterior se ha mostrado la diferente estructura productiva de Andalucía, y en el gráfico de dispersión adjunto se puede ver como este esquema productivo puede ser el causante en gran medida del pobre resultado económico y social de la región. Así en dicho gráfico se muestra el peso del VAB industrial sobre el VAB regional por un lado, y por otro el nivel de PIB per cápita respecto a la media nacional de las distintas comunidades autónomas. Se puede observar claramente una correlación entre el peso de la industria y el nivel de producción regional.  Aunque siempre existe peculiaridades que diferencian unos casos de otros, los datos indican en principio que un sector manufacturero mayor es sinónimo también de mayor producción regional. Hay que tener en cuenta que la estabilidad laboral y el nivel retributivo es relativamente mejor en la industria que en los servicios, y por tanto estas mejoras laborales se perciben también en las regiones donde existe mayor peso industrial. De todo esto podemos extraer líneas estratégicas para el futuro, pero no es fácil identificar qué actividades industriales pueden tener mejores perspectivas de futuro en una región como la andaluza, en donde existe menor desempeño educativo, y la vocación empresarial no está tan desarrollada como en otros territorios. El crecimiento ideal para una industria potente tiene que ser endógeno, pero para ello tienen que darse las circunstancias adecuadas para conseguir estimular ese crecimiento. Por tanto, sabemos dónde queremos llegar pero ahora toca encontrar el camino.