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23 de junio de 2018

Pensiones contributivas andaluzas según la edad (I)


En la entrada anterior se habló de la situación actual de las pensiones y de algunos aspectos preocupantes que se esperan en el futuro. Los ciudadanos están mostrando un creciente interés por la capacidad del sistema para proporcionar unos ingresos suficientes a los pensionistas, y particularmente en el caso de las pensiones de jubilación. El envejecimiento de la población es un hecho que no se puede rebatir, y por tanto el mayor peso demográfico de ese grupo tendrá un impacto significativo en el mantenimiento de una pieza relevante del Estado del Bienestar como son las pensiones de jubilación, a lo que hay que añadir los servicios sanitarios y de dependencia que se demandarán en el futuro. En el gráfico 1 se presenta el porcentaje de pensiones contributivas existentes en 2007 y en 2017 para poder observar el cambio demográfico producido en la pensiones andaluzas. A destacar el aumento de las recibidas por mayores de 85 años que confirma la dinámica demográfica comentada anteriormente.


Antes de continuar presentando el panorama de las pensiones en Andalucía en función de la edad, hay que apuntar el rápido aumento de la preocupación por parte de la opinión pública sobre el tema de las pensiones. Sería interesante conocer qué motivo ha provocado que dicho interés se haya disparado últimamente, y si este es un fenómeno coyuntural que dejará de ser importante en la medida en que la presión política y mediática deje en segundo plano el futuro de las pensiones. Otro aspecto a resaltar (gráfico 2) es que aquellos temas que más impacto tienen sobre la calidad de vida de un ciudadano como son la sanidad, la educación, la vivienda o las pensiones tienen un peso significativamente menor en sus preocupaciones que la corrupción y el fraude (38,3%) o las cuestiones políticas (27,4%) según el último barómetro del CIS de abril. Lógicamente el aspecto que más preocupa es el paro (62,3%) o los problemas de índole económica (21,0%), algo que se repite a lo largo de la serie histórica.


En el cuadro 10 se presenta las pensiones contributivas según grupos de edad que estaban vigentes a final de año en Andalucía desde 2005. Como se puede observar las pensiones han crecido un 16,1% desde 2007 hasta 2017, mientras la población lo ha hecho un 4,0% lo que supone un incremento de la cobertura social de este tipo de contingencias. Esto ha provocado que la cifra de pensiones por cada 1.000 habitantes se incremente un 11,6% desde las 164,2 pensiones por cada 1.000 habitantes en 2007 hasta las 183,3 en el ejercicio anterior. Por tanto, el sistema de pensiones ha aguantado la crisis en la medida en que salvo el grupo de edad comprendido entre 25 y 54 años que ha perdido 2.782 pensiones durante el periodo (-2,1%), el resto ha crecido de forma significativa como en el caso de grupo de 65 a 74 años (+93.088 | 20,7%) y mayores de 85 (+75.731 | +59,8%). 


El número de pensionistas muestra un perfil muy parecido al del número de pensiones. El dato más llamativo es que el número de pensionistas mayor de 65 años por cada 1.000 habitantes de esa edad se ha reducido en el periodo comprendido entre 2007 y 2017, aunque el comportamiento ha sido diferente desde la perspectiva del género. Los hombres han reducido su número en 44,2 pensionistas por cada 1.000 habitantes, mientras las mujeres las han incrementado en 10,9 pensionistas por cada 1.000 habitantes. En el cuadro 11 se puede observar como el grueso de pensionistas se concentra en aquellas personas que tienen más de 65 años, ya que suman casi tres cuartas partes del número total. Centrándonos en el mismo periodo y en dicho tramo de edad ( > 65 años ) el número de habitantes ha crecido entre 2007 y 2017 en 234.342 personas (+19,96%), mientras que la cantidad de pensionistas ha aumentado en 159.469 personas (+18,28%), lo que supone que aproximadamente 7 de cada 10 personas se han incorporado con un pensión a la fase de jubilación.


Quizás el aspecto más controvertido del sistema de pensiones en España sea el importe que cobra una parte significativa de pensionistas. Como se puede ver en el gráfico 12 la pensión media en Andalucía ha crecido un 32,7% entre 2007 y 2017, lo que ha supuesto una subida de 204,9 euros en dicho periodo. Hay que tener en cuenta que los precios en dicho periodo han crecido un 20,2%, por lo que el efecto aparente es que no han perdido poder adquisitivo durante dicho periodo. Pero esa apariencia no es real en la medida en que las nuevas  incorporaciones son las que realmente están tirando de la pensión media, y no la subida uniforme de todas ellas. De ahí que se puede hablar de dualidad en el sistema, en la medida en que las pensiones que reciben los nuevos pensionistas son superiores a las que perciben aquellos que ya están cobrando, y con el agravante que cuanto más tiempo lleva jubilado menor es la pensión relativa. 



El volumen total de pensiones ha alcanzado los 15.137 millones de euros en 2017, lo que supone un incremento del 54,5% respecto a 2007. El porcentaje de pensiones que se destinan a jubilados mayores de 65 años es superior al 75% del total, habiendo crecido casi cuatro puntos en diez años. En términos relativos, el peso de las pensiones sobre el PIB ha aumentado desde el 6,4% en 2007 hasta el 9,4% del ejercicio pasado, debido a que la producción regional ha crecido durante ese periodo el 4,9%, porcentaje muy inferior al del conjunto de pensiones.


Como ya se ha comentado anteriormente, el fenómeno demográfico relacionado con el envejecimiento de la población tiene un efecto significativo en el volumen de recursos que necesita el país para cubrir las pensiones de una población cada vez mas envejecida. Las proyecciones sobre población que se están manejando en la actualidad apuestan por un aumento significativo del número de personas mayores, provocado por un incremento de la esperanza de vida y un descenso de nacimientos. Este fenómeno ya se puede percibir en el gráfico anterior en el que se representa la pirámide de población mayor de 65 años en 2007 y 2017, y en el que se puede ver como la figura se ensancha casi en todas las edades, y de manera significativa a partir de los 80 años. Este proceso seguirá intensificándose en el futuro, y por tanto supone un reto al que hay que empezar a buscarle soluciones.